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Mar

2023

Artículo de opinión

Precisiones sobre El Niño: ENSO y Niño Costero

El nombre “El Niño” tiene su origen en el Perú: proviene de la “Corriente del Niño”, como se venía llamando desde inicios del siglo XX a la invasión de aguas cálidas ecuatoriales en la costa norte peruana.

Por Antonio Mabres. 20 marzo, 2023. Publicado en Semana, el 19 de marzo de 2023.

Como es sabido, hablamos del Fenómeno “El Niño” para referirnos a una alteración de las condiciones normales en la atmosfera y el océano. Simplificando mucho podemos caracterizarlo por el calentamiento anómalo de la superficie del mar a lo largo de una franja ecuatorial desde más allá del centro del Pacífico hasta las costas de América, asociado al debilitamiento de los vientos alisios (es decir permanentes) que van de Sur a Norte a lo largo de la costa peruana y de Este a Oeste a lo largo del Ecuador.

El nombre “El Niño” tiene su origen en el Perú: proviene de la “Corriente del Niño”, como se venía llamando desde inicios del siglo XX a la invasión de aguas cálidas ecuatoriales en la costa norte peruana, que se produce al inicio del verano austral, casi a la vez de la llegada del Niño Dios el 25 de diciembre. Esa corriente no siempre tenía la misma intensidad: los años de Corriente del Niño más intensa (temperatura más alta y hasta más al sur) eran de lluvias intensas en Piura y todo el norte del Perú.

El Niño Oscilación Sur: ENSO
En 1969 el científico estadounidense Jacob Bjerknes constató que esos años de Corriente del Niño más intensa coincidían con la fase negativa de la Oscilación Sur, OS (llamada así por Gilberg Walker en 1924), que consiste en variaciones de la diferencia de presiones atmosféricas entre dos puntos del Pacífico sur, Tahití (Polinesia francesa) y Darwin (norte de Australia). El índice de la OS es positivo si la presión en Taihtí es mayor que de Darwin y viceversa. Los años en que el índice de OS tiene un valor alto positivo son de mucha lluvia en Australia e Indonesia y los de valor alto negativo, son de sequía. Dicha alternancia de valores positivos y negativos estaría pues en relación con las variaciones de intensidad de la Corriente del Niño. Por eso, se habló de un “fenómeno” más amplio, que se bautizó como “EL Niño – Sourthen Oscilation” (ENSO), incluyendo ambas manifestaciones.

Desde entonces, se fue confirmando esta asociación entre la Corriente de El Niño y la OS, por lo que tomó fuerza identificar el Fenómeno El Niño (FEN) con ENSO y describirlo sobre todo por las alteraciones de temperatura del mar y de la circulación del viento (circulación de Walker) a lo largo de la franja ecuatorial del Pacífico. En los episodios extremos del 1982-83 y 1997-98 fueron muy claros la asociación y los efectos: grandes sequías en Australia y fuertes lluvias en nuestra costa.

Las regiones de Niño 1+2 y Niño 3.4
Para facilitar el estudio de este importante fenómeno, y describir el comportamiento del océano en la franja ecuatorial, se delimitaron regiones, denominadas “Niño 1, 2, 3 y 4”, dividiendo en tramos su gran longitud. En especial, se ha centrado la atención en la región “Niño 3.4” (en el centro del Pacífico) y la región “Niño 1 + 2” (próxima a nuestra costa). Lo que ocurre en “Niño 3.4” afecta a la costa Oeste de Norteamérica y a muchos lugares de todo el mundo, especialmente cuando se dan los episodios extremos. Y lo que ocurre en “Niño 1+2” afecta a la costa peruana. (Veáse la figura de arriba)

La mayor parte de agencias meteorológicas que hacen el monitoreo y predicción de la evolución del ENSO lo hacen sobre la región “Niño 3.4”. Por esto no prestaron apenas atención al Niño Costero de 2017 que fue una alteración local en Niño 1+2, esta vez no asociada a un índice de OS negativo ni a otras variables propias del ENSO.

Ya antes hubo otro caso de “desconexión” entre el comportamiento de nuestra costa y el resto del Pacífico. Fue el episodio del ENSO 2015-2016, que se caracterizó como muy fuerte, y de hecho así fueron las anomalías en la región “Niño 3.4” así como sus efectos globales. Pero, en nuestra costa apenas tuvo manifestaciones. Ese año, que esperábamos grandes lluvias, no las hubo y tampoco disminuyeron los vientos alisios del Sur ni llegaron las aguas cálidas propias de la corriente del Niño, por lo que la temperatura del mar siguió con sus valores normales y nos salvamos de los diluvios que esperábamos, como consecuencia de las predicciones que hacían las agencias internacionales.

Concluyendo: al informar sobre el Fenómeno El Niño, las agencias mundiales se refieren a ENSO, y a las variables océano-atmosféricas de la región 3.4 que lo caracterizan. Ahora ya hemos aprendido que, para referirnos a nuestra costa, debemos hablar del Niño Costero. Usualmente van a la par, pero no siempre.

Situación actual: ¿Niño Costero?
Apliquemos esto a la situación actual: en la región Niño 3.4 (y por tanto lo que suele indicarse a nivel internacional) la temperatura superficial del mar es normal: está pasando de mucho tiempo de anomalías negativas, propias de “La Niña”, a positivas. Y los modelos dan una probabilidad alta de entrar, en pocos meses, a la fase cálida “El Niño”. Pero en nuestra costa (región Niño 1+2) estamos ya con anomalías altas de calentamiento del mar, por tanto, en una situación propia de Niño Costero. Aunque esta vez con una peculiaridad notable, que es el ciclón Yaku.

Es lógica la preocupación por esto último, pues podría consolidarse un Niño Costero fuerte, y prolongarse las lluvias más allá del verano, como ocurrió el 1983. Sin embargo, lo más probable es que, con el fin del verano o poco más, se vaya atenuando la fuerte anomalía costera que sufrimos.

Por lo que señalan los modelos de largo plazo de las agencias internacionales, es prudente prever un escenario de ENSO (un Fenómeno El Niño global, que incluya también nuestra costa) que se desarrolle a lo largo del año y nos afecte mucho el próximo verano.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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